En el principio era la Palabra, y la
Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios… Y la Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad (Juan 1:1, 14)
El mensaje de la Biblia es que nuestro
Creador se convirtió en nuestro Salvador. Jesucristo es "Dios con
nosotros" que vino a "salvar a su pueblo de sus pecados" (Mateo
1:21, 23). "Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo"
(2. Corintios 5:19).
El Evangelio de Juan, expresa esta hermosa
verdad de una forma única, hablando de Jesús como "la Palabra" hecha
carne. Desafortunadamente, algunos han interpretado sus declaraciones, en el
sentido de que Jesús es una segunda persona divina. Pero ¿Qué es lo que
realmente dice la Biblia?
En el Antiguo Testamento, la Palabra de
Dios (dabar en hebreo) no era una persona distinta, sino que era Dios
hablando, actuando, o revelándose a sí mismo. "Envió su palabra, y los
sanó, y los libró de su ruina"(Salmo 107:20). "Así será mi palabra
que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y
será prosperada en aquello para que la envié" (Isaías 55:11). La Palabra
de Dios fue la expresión de la mente de Dios, de su pensamiento y su propósito,
que es Dios mismo.
En
los tiempos del Nuevo Testamento, la palabra (logos) era un concepto
filosófico popular. En la cultura griega del Imperio Romano Oriental, la
palabra significaba la razón como principio controlador del universo. El griego
logos podía significar pensamiento (expresado por medio de la palabra), así
como la oración o la acción (expresada en palabras). Por ejemplo, podría
referirse a una obra tal como fue concebida en la mente del dramaturgo, tal
como está escrita en el guión, o incluso en su etapa de actuación.
Para el apóstol Juan, un judío capacitado
en el Antiguo Testamento, el trasfondo hebreo de "la Palabra" fue sin
duda el más significativo. Al mismo tiempo, él de seguro, sabía el uso que los
paganos le daban en ese momento. Bajo la inspiración divina, él utilizó de
manera única ese término, para acercar a ambos, judíos y gentiles a Jesucristo.
Juan no contradice el concepto judío de la
unicidad absoluta de Dios (nunca considerado como una distinción de personas).
De hecho, registró la declaración de Cristo a la mujer samaritana, de que los
judíos recibieron el concepto correcto de Dios: "Vosotros adoráis lo que
no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos" (Juan 4:22).
Pero Juan buscando revelar la identidad de
Jesús como el único Dios encarnado, presentó como verdaderas las palabras de
Tomás, un ilustre judío, que confesó a Jesús como "mi Señor y mi Dios"
(Juan 20:28-31).
Juan utiliza el término griego "la
Palabra" como una referencia para sus lectores, pero a diferencia de los
filósofos griegos, hizo evidente que la Palabra que era eterna, era en realidad
Dios, y fue revelada en la persona humana de Jesucristo. La Palabra es nuestro
Creador, nuestra Fuente de Vida, la Luz del Mundo y nuestro Salvador (Juan
1:3-13).
Por el contrario, Filón, un filósofo judío
de Alejandría, trató en el primer siglo d.C. de mezclar el pensamiento judio
con el griego, hablando de la Palabra como un agente impersonal de Dios, que Él
uso para crear el mundo y que se relacionaba con él. Del mismo modo, Justino,
un filósofo que vivió a mediados del segundo siglo y se “convirtió” al
cristianismo, trató de expresar al cristianismo en términos de la filosofía
griega. Él describe la Palabra como una segunda persona subordinada, que fue
engendrada por Dios en algún momento antes de la creación y que se convirtió en
agente de la creación de Dios.
Las
ideas de Justino, fueron compartidas por algunos otros escritores del segundo
siglo, que han sido llamados los apologistas griegos, quienes influyeron en el
desarrollo de la doctrina de la trinidad durante los siglos tercero y cuarto.
El uso de Juan es claramente incompatible
con esas ideas. La Palabra no fue engendrada en un momento determinado, sino
"en el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios".
Por otra parte, la Palabra no es un agente
subordinado, una criatura, o un ser engendrado: "la Palabra era
Dios". El orden de las palabras griegas elegidas por Juan es enfática, lo
que significa que "La Palabra era el mismo Dios" .
Una explicación trinitaria de Juan 1:1 es
insuficiente y requeriría de un cambio mental de la definición de
"Dios". ¿Es Dios el "Padre" (como lo establece 1. Corintios
8:6)? Si es así, "la Palabra era con [el Padre], y la Palabra era [el
Padre]. ¿Es Dios "la trinidad"? Si es así, "la Palabra era con
[la trinidad], y la Palabra era [la trinidad]". Pero los que creen en tres
personas tratan de ponerlo en ambos sentidos, diciendo: "La Palabra era
con Dios [el Padre], y la Palabra era Dios [el Hijo]". Esta interpretación
es incoherente y errónea.
Juan 1:1 es en realidad una fuerte
declaración de la deidad de Jesús y de la prioridad de la encarnación y de la
expiación en la mente de Dios. Desde el principio, Dios previó la necesidad de
la expiación y planificó su encarnación. (Véase 1. Pedro 1:19-20; Apocalipsis
13:8.)
En el principio, la Palabra de Dios (su
mente, su razón, su pensamiento, su plan) estaba con Él. Aquí la preposición
griega es “pros”, que no es la palabra normalmente usada para
significar “con”, sino una palabra que ha sido traducida con más frecuencia
"en cuanto a". La connotación no es la de una persona sentada al lado
de otra, sino la de la Palabra de Dios que le pertenece o está relacionada con
él.
La Palabra de Dios no es una persona
distinta, así como la palabra de un hombre no es una persona diferente a él.
Por el contrario, la Palabra de Dios es la suma total de su mente, razón, pensamiento,
plan, y expresión, que es Dios mismo; al igual que la mente de un hombre es el
verdadero y mismo hombre.
En la plenitud de los tiempos y
exactamente según el plan predeterminado por Dios, la Palabra de Dios se hizo
carne y habitó entre nosotros. Dios promulgó su plan. Se pronunció a sí mismo.
La Palabra Eterna se expresó en carne humana, y en el espacio y el tiempo. En
síntesis, la Palabra de Dios, es Dios autodeclarado o Dios autorevelado.
“El propósito del autor es precisamente
contrarrestar la idea de una doctrina de dos dioses, como si el Logos fuera un
dios aparte de un Dios superior. La 'Palabra' que es Dios, no es un ser
separado de Dios mismo, sino que "estaba con Dios"… Tampoco el Logos
está subordinado a Dios, porque simplemente pertenece a Dios. No está
subordinado a Dios, ni es un segundo que está al lado de Dios… No se puede
decir theos en pros ton logon (Dios estaba con la Palabra), porque el Logos es
Dios mismo en la medida como Dios habla y se revela. El Logos es Dios en su
revelación. De este modo, la tercera frase del prólogo realmente puede
proclamar kai theos en ho logos (y la Palabra era Dios). Nosotros no deberíamos
reinterpretar esta frase, con el fin de debilitar su absoluta nitidez…
… El evangelista quiere decir
literalmente, que él llama al Logos 'Dios'. Ello se ve confirmado también por
la proclamación del Evangelio, cuando el creyente Tomás le dijo al Jesús
resucitado, "Señor mío y Dios mío" (Juan 20:28)
Se puede decir de este Logos que 'Él
es Dios', pero al mismo tiempo también tenemos que decir, 'Él está con Dios'.
Dios y el Logos no son dos seres, y sin embargo, tampoco son simplemente
idénticos. En contraste con el Logos, Dios puede ser concebido (al menos en
principio) aparte de su acción reveladora, aunque no debemos olvidar que la Biblia
habla de Dios sólo en su acción reveladora…El Logos es la auto-revelacion de
Dios – Dios en acción. Esta acción sólo es objeto del Nuevo Testamento… Por la
propia naturaleza del Nuevo Testamento, no se puede hablar del Logos, aparte de
la acción de Dios
En griego, la palabra "habitó"
en Juan 1:14 es skenoo, que significa literalmente
"tabernaculizó" o "acampó". La Palabra eterna fue encarnada
en una humanidad verdadera. El Espíritu de Dios no fue transmutado en carne,
sino que "Dios se manifestó en carne" (1. Timoteo 3:16). A través de
esta encarnación (personificación humana), tenemos acceso a la gloria divina, a
la gracia y a la verdad. La Palabra encarnada, muestra la gloria de Dios,
comunica la gracia de la salvación de Dios, y declara la verdad eterna de Dios.
Los que creen en tres personas utilizan
los términos "Hijo" y "Palabra" como si fueran totalmente
intercambiables, pero la Biblia habla del Hijo sólo en referencia a la
encarnación. Jesús es el Hijo de Dios, porque el Espíritu de Dios ocasionó
milagrosamente su concepción en la matriz de la Virgen María (Lucas 1:35). El
Hijo fue "nacido de mujer, y nacido bajo la ley" (Gálatas 4:4), y por
tanto, fue engendrado en un cierto día (Hebreos 1:5). El Hijo es "la
imagen del Dios invisible" (Colosenses 1:15). La Biblia nunca habla de un
Hijo eterno, sino del Hijo unigénito (Juan 3:16). Por el contrario, la Palabra
es Dios en su libre revelación, sin que necesariamente sea una referencia a la
encarnación, y por tanto, es eterna e invisible.
Los dos términos, entonces, están
estrechamente relacionados pero son distintos.
La Palabra se hizo carne en la persona de
Jesucristo, el Hijo de Dios. Sólo en ese momento la gente vio "su gloria,
gloria como del unigénito del Padre". La Palabra se reveló en el Hijo. En
otras palabras, el Dios invisible se hizo visible en el Hijo, quien como un
hombre, tiene la relación más cercana posible, o compañerismo con Dios. "A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él
le ha dado a conocer" (Juan 1:18).
En 1. Juan 1, el apóstol Juan utiliza los
mismos temas de la Palabra eterna y el Hijo engendrado, identificando a
"la Palabra" como la vida eterna del Padre. La vida estuvo siempre
con el Padre, pero no como una persona distinta, así como la vida de un hombre
no es una persona diferente a él. Y esa vida se manifestó a nosotros en el
Hijo. Por lo tanto, disfrutamos de la vida espiritual de hoy, no sólo porque
Dios nuestro Padre nos creó, sino porque Él siempre tuvo un plan de salvación
para nosotros a través del Hijo. "Lo que fue desde el principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos visto, y
nuestras manos han palpado con relación a la Palabra de vida -la vida se puso
de manifiesto, y la hemos visto, y damos testimonio, y declaramos que la vida
eterna que estaba con el Padre se manifestó a nosotros- lo que hemos visto y
hemos oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con
nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo"
(1. Juan 1:1-3,).
De acuerdo con Juan 1 y Juan 1:1,
entonces, Jesús es el plan de Dios promulgado, la mente de Dios revelada, la
vida de Dios manifestada. En resumen, Jesús es Dios revelado en carne para
nuestra salvación.
Él explicó, "Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis,
también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis
visto" (Juan 14:6-7). Cuando vemos a Jesús, vemos al Padre en la única
manera en que el Padre puede ser visto, ya que el Padre invisible habita en el
hombre visible Jesús (Juan 14:9-10). Cuando aceptamos y aplicamos la obra
expiatoria de Jesús, el Hijo de Dios, entonces la eterna Palabra de Dios se
revela a nosotros. Encontramos el camino, la verdad, y la vida, y por tanto,
somos reconciliados con el único Dios verdadero, nuestro Padre.
Interesante que haya este tipo de reflexiones en un blog cristiano. Lástima la pésima redacción, la desconexión de ideas y no mostrar ninguna relación de lo dicho con el Evangelio
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