El peligro de un «evangelio diferente : Teología de la prosperidad

«Teología de la prosperidad»: tal es el nombre más conocido y descriptivo de una corriente teológica neopentecostal evangélica. El núcleo de esta «teología» es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida próspera, es decir, que sean económicamente ricos, físicamente sanos e individualmente felices. Este tipo de cristianismo coloca el bienestar del creyente en el centro de la oración y transforma a su Creador en aquel que hace realidad sus pensamientos y deseos.

El peligro de esta forma de antropocentrismo religioso, que pone en el centro al hombre y su bienestar, es el de transformar a Dios en un poder a nuestro servicio, a la Iglesia en un supermercado de la fe, y la religión en un fenómeno utilitarista y eminentemente sensacionalista y pragmático.

Como veremos más adelante, esta imagen de prosperidad y bienestar hace referencia al denominado american dream, al «sueño estadounidense». No se identifica con él, sino con una interpretación reductiva suya. En sí, este «sueño» es la visión de una tierra y de una sociedad entendidas como un lugar de oportunidades abiertas. Históricamente fue la motivación que impulsó a lo largo de los siglos a muchos emigrantes económicos a dejar su propia tierra y a ir a los Estados Unidos para conseguir un lugar en el que su trabajo produjese resultados inalcanzables en su «viejo mundo».

La «teología de la prosperidad» parte de esta visión, pero la traduce mecánicamente en términos religiosos como si la opulencia y el bienestar fuesen el verdadero signo de la predilección divina a «conquistar» mágicamente con la fe. Esta «teología» fue difundida en todo el mundo durante décadas —gracias a gigantescas campañas mediáticas— por movimientos y ministros evangélicos, especialmente los neocarismáticos.

El objetivo de nuestra reflexión es ilustrar y valorar este fenómeno, que quiere ser también una tentativa de justificación teológica del neoliberalismo económico. Al final verificaremos cómo el papa Francisco ha intervenido varias veces para indicar los peligros de esta teología que, como se ha dicho, «oscurece el evangelio de Cristo»
Este «evangelio» es objeto de anuncio propagandístico a través de una presencia masiva en los grandes medios de comunicación y está apoyado por su fuerte incidencia en la vida política
Estas doctrinas se han asociado con el positive thinking, el «pensamiento positivo», y se han alimentado también en una medida importante de él. El positive thinking es expresión del denominado american way of life («modo de vida estadounidense»).

El bienestar económico y la salud

Como ya hemos anticipado, los pilares del «evangelio de la prosperidad» son sustancialmente dos: el bienestar económico y la salud. Esta acentuación es fruto de una exégesis literal de algunos textos bíblicos utilizados dentro de una hermenéutica reduccionista. Al Espíritu Santo se lo reduce a un poder al servicio del bienestar individual. Jesucristo ha abandonado su papel de Señor para transformarse en un deudor de cada una de sus palabras. El Padre ha sido reducido «a una especie de botones cósmico [cosmic bellhop] que se ocupa de las necesidades y de los deseos de sus criaturas».

Un Dios de «alianzas» y de «semillas»

Una de las características de estos movimientos es el énfasis que ponen en la «alianza» sellada por Dios con su pueblo, sus testamentos de la Biblia. Y principalmente se ha tratado de alianzas con sus patriarcas. Es así como el texto de la alianza con Abrahán ocupa un lugar central, en el sentido de la prosperidad que promete. La lógica de este concepto del «Dios de las alianzas» es que, del mismo modo como los cristianos son hijos espirituales de Abrahán, son también herederos de los derechos materiales, de las bendiciones financieras y de las ocupaciones territoriales terrenas. Más que de una alianza bíblica parecería que se trata de un «contrato».



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